La artista Ainhoa Batres trae al Hospital de Parapléjicos una muestra de su obra pictórica basada en la observación de la naturaleza

El Hospital Nacional de Parapléjicos acoge la obra de la pintora Ainhoa Andrés Batres, artista con una dilatada experiencia nacional e internacional cuyo arte colorista busca transmitir calma, bienestar y tranquilidad.

Bajo el título de “De la oscuridad a la luz”, la muestra ha despertado gran interés entre pacientes, profesionales y familiares. Otra de las iniciativas de la mano de la artista será la realización de un taller de pintura, organizado por el Servicio de Rehabilitación Complementaria, con un grupo de pacientes ingresados en el centro, una idea que se suma al Plan de Humanización del centro.

Despertando emociones

El arte de Ainhoa Batres, que desde hace doce años se mudó a la montaña para centrarse en su pintura, nace de la observación de la naturaleza y busca despertar emociones a través de las formas, un uso delicado y expresivo del color y un preciosismo en las finas líneas de pincel.

Según explica la propia pintora “Las formas en mi obra aparecen como insinuaciones y sugerencias; por ello ayudan a despertar la creatividad y la imaginación en quien las contempla.

En mi pintura empleo ligeras capas de color que dejo secar en posición horizontal y después realizo detalles por medio de líneas de pincel. Las manchas flotan en eExposición de pintura de Ainhoa Batres en el Hospital Nacional de Parapléjicos. (Foto: Carlos Monroy // SESCAM)l lienzo sugiriendo profundidad.”

Una gran trayectoria artística

 Licenciada en Bellas Artes, Ainhoa Batres ha sido becada por distintas instituciones en Atenas, Ayllón, La Gomera, Malta y en Ópovo, Serbia. La artista ha realizado exposiciones en museos, salas de exposiciones y galerías en España y Europa: en Atenas y Rodas, Grecia; en Belgrado y Ópovo, Serbia; en Roma, Italia; en Berlín y Neuenhagen, Alemania. También en el Centro de cultura hispánica de Houston, en Texas, Estados Unidos y en el Instituto de Cultura de baja California, en Tijuana, México.

Fotos: Carlos Monroy // SESCAM