Convierte tus miedos en trampolines

Kenneth IversjöPor: Kenneth Iversjö.

En esta ocasión me gustaría hablarte sobre el miedo. Creo que hasta ahora no te había escrito sobre este estado emocional. Cosa rara porque es una de las emociones que más problemas nos dan y bastante habitual en nuestra experiencia vital.

Surge cuando percibimos de forma consciente o inconsciente la posibilidad de un riesgo o un daño. Está asociada con la incertidumbre, inestabilidad, la confusión, falta de control, desconocimiento, etc. Podemos experimentarla de forma consciente o inconsciente y además podemos tener miedo de algo real o irreal.

El miedo es una de esas emociones que consideramos negativas, ya que experimentarla es desagradable e incómodo. A todos estos tipos de estados emocionales solemos rechazarlos o considerarlos algo a evitar. Aunque en realidad si nos paramos a analizar en profundidad percibiremos que en ocasiones puede ser hasta útil sentirlo y podremos sacarle provecho.

Experimentar miedo no es un absoluto, no es una cosa de siento miedo o no siento miedo, sino que lo experimentamos en diferentes grados. Puedo tener desde un ligero temor hasta un miedo paralizante. Pienso que el problema principal de vivir está emoción, aparte de no saber gestionarla, es la cantidad de límites que nos puede causar.

Aún así levantaré una lanza hacia la comprensión de esta emoción que como digo en ocasiones puede ser de lo más útil. Recuerdo la primera vez, cuando aún estudiaba, que nos indicaron que detrás de la conducta de mirar hacia los lados antes de cruzar un paso de cebra lo que había era miedo al daño o miedo a la muerte. ¿Cómo va a ser que detrás de ese comportamiento esté un miedo?, si sólo es precaución.

Como decía al principio el miedo es esa emoción que surge al percibir que puede ocurrir un riesgo o un daño, así que cuando estás siendo precavido estás poniendo en práctica esta emoción. Lo que ocurre que como no es demasiado intensa pues no le damos ese nombre, le llamamos precaución o tener cuidado.

Este es uno de los ejemplos en los que el miedo es tremendamente útil. Tiene una intensidad suficiente como para despertar en ti la actitud de tener cuidado, así nos libramos de muchos peligros y perjuicios.

En otras ocasiones el percibir esta emoción nos impulsa hacia allí donde queremos ir, por ejemplo el miedo a suspender un examen nos podría incitar a estudiar con más intensidad.

Pensar en no encontrar trabajo y la situación en la que me pondría quizás me motive echar más currículum y buscar nuevas oportunidades, con lo cual aumento el número de opciones de encontrar un empleo.

Otro ejemplo que observo en la consulta es que el miedo a perder una relación de pareja incita a sus miembros a replantearse sus comportamientos y actuaciones, para tratar de dialogar y mejorar su comunicación, en definitiva a desarrollarse para crear armonía entre los dos.

En este caso no diríamos que el miedo es limitante, todo lo contrario diríamos que es potenciador y que nos ayuda en la situación en la que nos encontramos.

Y en situaciones en las que nos limita o paraliza, ¿cómo podríamos convertirlo algo útil?

Pues lo primero que te diría es que tomes responsabilidad, hazte cargo de tu interpretación de lo que te está sucediendo. Porque al igual que cualquier otra emoción el miedo va a depender de la interpretación que le estás dando a lo que estás viviendo.

Kenneth Iversjö¿No te ha pasado alguna vez de tener miedo a algo y luego descubrir que no era para tanto? En estas ocasiones podemos percibir como una interpretación de miedo en un principio no era demasiado realista y al comprobar la experiencia nos dice que no era para tanto, es decir que no había tal riesgo o daño que en un principio intérprete que sí había.

Así cambia mi interpretación porque mis argumentos han cambiado.

Otra forma de reinterpretar nuestra forma de percibir aquello que nos da miedo es viéndole la intención positiva ha dicho miedo, así podríamos utilizarlo de trampolín. Aquí te daré una pista: si el miedo surge de la percepción de un posible riesgo o daño, entonces seguramente su intención positiva sea protegernos, cuidarnos de ese daño o riesgo, ¿no?.

Bueno supongamos que es así, y entonces ¿qué hacemos? Una vez que sabemos de que yo me tengo que cuidar podré preguntarme: ¿qué necesito para manejar la situación?. Por que el miedo está relacionado directamente con el control, cuando más controlo lo que ocurre menos miedo y al revés.

De nuevo asumes tu responsabilidad cuando tomamos conciencia de tus límites y de los recursos que necesitas para manejar esa situación que a priori se te escapa de las manos. Y cuando respondes a esta cuestión hay que ponerse en marcha para adquirir esos recursos, ya sea aprendiendo y desarrollando una habilidad o buscando ayuda para manejarlas. Haciendo igual con aquello que te limita.

Ya sé, ya sé, me dirás que no eres consciente de todo esto que te explico. Lo sé, doy por hecho que si lo supieras ya estarías más que cualificad@ y te pondrías en marcha en cuanto percibieras que el miedo te paraliza. Y por eso te lo estoy contando para que seas consciente y te pongas manos a la obra para convertir tus miedos en trampolines. Los “no lo sé”, “no sé qué hacer” y demás bloqueos no me valen. Toma responsabilidad y busca información, ya sea en los libros sobre el tema o en Internet, y prueba, práctica. Si ves que se te hace muy cuesta arriba busca ayuda de algún profesional. Así favoreces a tu aprendizaje y desarrollo y pasarás de esa situación “a otra cosa mariposa”. Quedarte parado en tu confusión y desconocimiento no te ayuda, aunque te quites la sensación desagradable de encima. Toma responsabilidad y actúa, confío en ti, estoy contigo, ¿te atreves? !Adelante!