‘Nightingales’

Carmen Soto, enfermera del Hospital Nacional de ParapléjicosPor: Carmen Soto. Enfermera del Hospital Nacional de Parapléjicos. 

Nudo en el estómago y mascarilla en la cara.

Empiezas a ver las primeras caras señaladas, los primeros gritos y los primeros agobios y, a continuación, lo más importante EL PACIENTE. Acudir a la habitación de una persona derrotada, no sólo por el virus sino por la soledad.

Puedes tener el lujo de poder mirar a sus ojos, intuir su sensación de aislamiento, de lucha personal, desesperación y debilidad por la falta de aire.

Comienzas a sudar bajo ese disfraz infernal, quieres darle un poco de aliento, aminorar ese pánico que corre paralelo al miedo a la muerte, disminuir su aislamiento.

Ante él desaparece el miedo de tu mente, ese temor que se propaga más rápido que el peor de los virus, recuerdas que él está cara a cara con su enemigo en todo momento, luchando internamente y teniendo largas conversaciones imaginarias con él; deshacerle de su adversario rápidamente es la primera regla con el enfermo.

Comprendes que esa emoción generada por su temor se impone a la razón, que debe ser difícil mantener la calma. La razón casi no aparece, pues uno de sus inconvenientes es que necesita tiempo para imponerse y las circunstancias extremas no suelen otorgarlo.

El cuerpo del enfermo parapléjico, endeble, sin firmeza, deberá ser sostenido por otro cuerpo, el de la enfermera; institución que tendrá que vérselas con la corporalidad del paciente en el punto incluso más regresivo y maternal, seremos la escucha más cercana a la cotidianidad de la queja y el lamento de quien se ve privado y limitado en su subjetividad.

Ante él pasas de la angustia a la acción, con coraje te conectas con tu yo interior y todo fluye.

Te duele la cara, las gafas te presionan y se empañan cada vez más; no tienes tiempo de pensar y sigues sólo por él.

Sales de la habitación queriendo eliminar de tu cuerpo todo lo que te presiona por dentro y por fuera, te quitas el equipo de protección, capa a capa; muy despacio, no vayas a contagiarte.

Piensas que el miedo es de valientes, no de insensatos, es de aquellos que, aunque lo tienen, dan el paso y lo hacen.

Una vez en la calle nos encontraremos con lo peor y lo mejor de la naturaleza humana: la estigmatización de los enfermos, convalecientes o sanitarios, en un cerrar de ojos nos podremos convertir en los discriminados, y el individualismo social de aquellos que perciben los males ajenos como irreales, estableciendo la pasividad para movilizarse por otra cosa que no sean sus propios intereses; los otros no existen ni dentro ni fuera de ellos mismos, siendo incapaces de simpatizar con sus circunstancias, su malestar o dolor.

Al otro lado de la balanza, la importancia de la interacción e integración social, el desarrollo de la compasión,el altruismo y la solidaridad, cuidar de los mayores y los vulnerables. El cambio climático, un respiro para el planeta, una disminución de los niveles de contaminación. La prohibición de la venta, caza y animales salvajes. Una vuelta masiva a la atención.

Tras esta reflexión vuelvo a la realidad del hospital, al mirar a la pared miro un cartel en el que hay dibujado una silueta femenina con una lámpara, debajo dice Nightingale.

Es Florence Nightingale considerada como la fundadora de la Enfermería Moderna, la dama de la lámpara, así se la describe en un artículo de The Times, publicado en 1855:

“Sin exageración alguna es un ángel guardián, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella.
Cuando el silencio y la oscuridad descienden sobre tanto postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en la mano, efectuando sus solitarias rondas”.

 Yo, como muchos otra/os, soy hija de Florence, héroes, heroínas, enfermeras Nightingales.

Grupo de trabajadores de la planta A2 del HNP

Dedicado a todos mis compañeros de la unidad A2 del Hospital Nacional de Parapléjicos, por su gran profesionalidad en el cuidado de pacientes parapléjicos con Covid-19.