“Ya era hora de que el flamenco inclusivo hiciera visible lo posible”

Flamenco inclusivo

Entrevista a José Galán. Bailaor.
Por: Luna Muñoz Anula. Fotos cedidas por J. Galán. 

A sus 38 primaveras, José Galán se ha convertido en todo un revolucionario del flamenco reescribiendo el arte en todo momento, cada día y con cada alumno de forma personalizada bajo una única premisa: Hacer visible lo posible. Su apuesta por la inclusividad y la diversidad desde un prisma integrador de este arte con todo tipo de discapacidades han convertido a este sevillano en un referente que vino a demostrar con su propia compañía de danza que en el flamenco no existen barreras, razas, límites, ni edades y que la discapacidad no entiende de emociones ni él de impedimentos. El flamenco es un arte universal y como tal está abierto a todos y todas los que quieran deleitarse con él. En sus últimos diez años, José Galán ha trabajado mucho y muy duro por demostrar, no sólo a los flamencos más puristas sino a sus propios alumnos, que el flamenco aporta a la discapacidad tanto o más que la discapacidad al propio flamenco pues existen tantas formas de practicarlo como personas.

Antes que nada, ¿cómo te autodefinirías y quién es José Galán?

Soy un coreógrafo, bailaor y pedagogo sevillano que lleva en la danza desde los siete años. Por aquel entonces era un niño al que le vieron cualidades y me apuntaron al conservatorio así que me saqué la carrera de Danza Española y a la misma vez continué estudiando Pedagogía porque siempre he pensado que me equilibraba conjugar la parte mental y física. También he bailado en compañías de danza y teatro con Mario Maya, Salvador Távora, Sara Baras o Antonio Canales, entre otros.

¿Por qué estudiaste Pedagogía?

Bueno, fue una forma de unificar un conocimiento y otro. A Pedagogía me apunté porque elegí casi 10 carreras y fue un poco el destino. Primero, me dieron Filología Hispánica y cuando ya había comprado incluso los libros me dijeron que había una plaza para Pedagogía y me cambié. Recuerdo que mi madre lo confundió con Podología y me dijo: ¿eso qué es, lo de los pies?”. ¡Fue genial! Después, hice un Máster en Educación Social y Animación Sociocultural y ahora preparo mi tesis doctoral.

¿Sobre qué temática trata tu tesis?

Bueno, al principio se iba a llamar ‘La integración de la discapacidad en el flamenco’, pero no, porque analizándolo, la cuestión es bidireccional. Es la discapacidad en el flamenco y el flamenco en la discapacidad. Muchas veces sólo nos acordamos de los beneficios que aporta a las personas con diversidad funcional y también es al contrario, una persona con discapacidad su manera particular de hacer flamenco aporta muchas cosas. Ahora estoy eligiendo a un director que me lleve la tesis porque necesito a alguien de lo artístico para que valore esa faceta, no sólo la académica.

Flamenco inclusivo

¿Desde cuándo la discapacidad tiene su encaje en el flamenco?

La realidad es que ha habido numerosos artistas en el pasado que han tenido diferentes discapacidades. Es el caso de la Niña de la Puebla, Enrique el Cojo,…¡tú imagínate al tener cojera, la dificultad de zapatear! Este era un artista que buscaba el equilibrio de otra manera y que desarrollaba más el tronco, los brazos, el caso es que el ‘tute’ en la adversidad te hace compensar por otro lado, es muy interesante y por eso yo digo que la diversidad enriquece al flamenco y aporta nuevos puntos de vista. Eso es una realidad.

Parece que, en tu caso, el encaje entre Pedagogía y flamenco ha sido un binomio perfecto.

Totalmente, cada día he tenido que lidiar con el tabú y el prejuicio dentro del flamenco. Hay temas sociales que necesitan ser trabajados en este arte como la igualdad y el derecho a la diversidad, luchar contra la discriminación y aprender a ser tolerantes. Sin embargo, volviendo a lo que comentábamos antes, a lo largo de la historia en el flamenco, hay 30 o 40 personas con algún tipo de discapacidad que han triunfado como figuras importantes. Es el caso también de Macándé, Félix el Loco, el Loco Mateo, La Sordita de Jerez, Antoñita la Singla, el Miracielos, Enrique el Jorobao, etc. Mi objetivo es descubrir el talento que muchas personas con capacidades diferentes puedan tener oculto, esto es, hacer visible lo posible.

¿Cómo empezaste a interesarte especialmente por la discapacidad?

En un primer momento. la discapacidad era ajena a mi persona. En 2004 hice un curso de Danza y Educación para sumar créditos de libre configuración a mi carrera de Pedagogía y mi sorpresa fue el encontrarme allí a bailarines con síndrome de Down y me gustó lo que sentí bailando con ellos. Después estuve un año como profesor impartiendo clases de danza a personas con discapacidad intelectual y luego ya me vine a Madrid, con Sara Baras, tenía 25 años y quería triunfar, lo conseguí pero ya no abandoné nunca el tema de la discapacidad porque me enamoró.

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Te removía por dentro el tema…

Sí, porque siempre tuve muchas inquietudes con lo social y lo inclusivo y, por eso, en el momento en que Sara Baras se quedó embarazada, en 2010, pues cambió mi vida y me volví a Sevilla. Aquel año fue un punto de inflexión. Lo dejé todo. Cerré una etapa importante de mi vida y creé la Compañía José Galán de Flamenco Inclusivo. Me di cuenta de que el dinero no da la felicidad y de que la filosofía a aplicar era el arte compartido. Tenía mucho que contar como coreógrafo y creador de una nueva modalidad dentro del flamenco.

¿Fuiste pionero al abrir tu compañía?

Existe la danza inclusiva hace años, pero en la especialidad de danza contemporánea. En flamenco soy pionero y precursor, no sólo en la teoría sino también en la práctica. Capto nuevos talentos, en mi compañía se entrenan para salir a escena y dar a conocer un arte inclusivo con calidad para llegar a la profesionalización y normalización de un artista con diversidad funcional.

Bueno, suena a arriesgado cuanto menos.

Es un proyecto arriesgado que merece la pena. Por un lado está la formación, que lo componen alumnos que pertenecen a mi Asociación Flamenco Inclusivo José Galán. Por otro lado la actuación, artistas que forman parte de mi Compañía José Galán de Flamenco Inclusivo.

¿Recuerdas a tus primeros alumnos?

Por supuesto, pero es que desde el primer momento quise que la inclusión de la diversidad no sólo estuviera presente en el baile sino también en la música, así que elegí a mis músicos y contacté con un cantaor y percusionista ciegos. Hay quien dice que el tocar no es discapacitante pero yo de momento improviso con los pies y tú dime cómo me sigues si no me estás viendo. ¡Cuanto más complicado, mejor, qué más dará que tenga o no discapacidad! Lo mismo ocurre con la edad, en mi compañía tengo alumnos desde los 6 a los 80 años.

¿Qué tipos de discapacidades abordas?

Eso, precisamente, es un rasgo característico y valiente de mi compañía porque acepto todos. Desde discapacidades psíquicas como físicas. Y en el caso de personas en sillas de ruedas, llevo dos años trabajando con ellas. Precisamente, mi bailarina profesional Lola López es una de ellas. Ella participa en un dúo conmigo que lleva por nombre ‘Sueños reales de cuerpos posibles’ y los dos estamos como locos de contentos con el resultado. Lola bailaba contemporáneo en Barcelona pero debido a la polio se desplaza en silla de ruedas. Ha afrontado el duelo que requería hasta encontrar en la danza lo que necesitaba y su aliciente, como yo digo. Fue a un curso en Jerez y se enamoró del flamenco. Tanto es así que se vino a vivir a Sevilla.

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¿Cómo es la experiencia de bailar desde la silla?

Es impresionante, se puede hasta zapatear, percutiendo las ruedas delanteras. Quien no arriesga, no gana y hay un mundo lleno de posibilidades por experimentar, con cada alumno se abre un campo nuevo de movimientos y es muy interesante.

¿Quieres decir que cada alumno es un mundo a la hora de bailar flamenco?

Por supuesto, aunque todos tienen silla no bailan igual. Cada uno aporta su personalidad desde el baile bípedo o rodante. ¡Es que fíjate! ¡Hasta hemos adaptado la terminología! Y luego, lo más interesante son las clases inclusivas con parejas mixtas. Una simple sevillana, entre dos sillas, pues se chocan y la movilidad es más difícil pero la puesta en escena, quitándose uno los complejos de la silla, es maravilloso. A veces jugamos con el espectador para confundir y que no sepa quién tiene o no discapacidad. Hay que salir de la zona de confort y que la gente se cuestione cómo bailaría si estuviera en silla, es como ponerte una venda en los ojos y bailar a ciegas, un trabajo experimental.

¿Cómo es tu trabajo con estos alumnos y alumnas?

En el caso del grupo de personas con discapacidad física, es curioso, pero tratamos de quitar carga emotiva a la silla. Tanto es así que tenemos un grupo de whatsapp que llamamos ‘Flamencojera’. Es un grupo bonito, cohesionado, de entre 10 y 15 personas donde hay de todo. Eso sí, dentro de la discapacidad física hay que diferenciar, como te decía antes. y las clases requieren de una atención individualizada sobre el alumno y el contenido, centrándonos siempre en lo que cada uno puede hacer, nunca en lo que no. En ese sentido, trabajamos el compás, el ritmo, la improvisación y, especialmente, los movimientos del tronco hacia arriba, el dominio de la silla y también es muy importante la expresividad.

¿Se atreven con todo?

¡Poco a poco! Por ejemplo, hay muchas que no se atrevían a hacer el caballito y lo han conseguido, se hacen cosas muy chulas. En el caso de las parejas mixtas el trabajo es maravilloso por los cambios de peso, si se sitúa la persona bípeda detrás y la persona en silla puede descansar brazos para que no esté todo el tiempo desplazándose, se sienten libres, incluso hay quien dice que es lo más parecido a volar. Le cogen más cariño a la silla porque la ven como su compañera y aliada para bailar. En ese sentido, se rompe así con el estigma social y la silla llega a permitirles más movimiento.

¿Qué te dicen tus alumnos y alumnas?

¡De todo! ¡Hasta que me van a santificar! (risas). Siempre con muchísimo cariño pero cosas muy fuertes. Mis alumnos están muy contentos y luego hay gente que al ver mi trabajo me dicen “qué bonita labor la que haces”, no se dan cuenta de que esto es social pero, principalmente, artístico. También hay mucha discriminación positiva. Por ejemplo, me ven bailar con Lola y la felicitan a ella porque dicen que yo lo tengo más fácil, es decir, pasamos de héroes a excluidos en segundos. También, reconozco que no todo es bonito y que mi trabajo implica llevarme a casa mucha carga emocional, además requiere mucha paciencia y es un trabajo duro, necesito mucha imaginación para dar explicaciones diferentes a cada persona, pero ¡todo en la vida cuesta trabajo!

¿Qué te han enseñado ellos y ellas?

Sin duda, su capacidad de superación. Algunas personas tienen una fuerza y voluntad envidiable. Es gente con mucha vitalidad a la que el baile le alegra más todavía.

¿Qué beneficios tiene el uso terapeútico de la danza?

Bueno, como cualquier ejercicio saludable tiene multitud de ellos. Desde físicos, como la optimización de las condiciones, la conciencia y el control de movimientos, la mejora del equilibrio o la psicomotricidad como otros cognitivos que incluyen la percepción del espacio y del tiempo, la atención, concentración o la memorización. Luego hay otros que son los beneficios afectivos y sociales y ahí estarían la autodisciplina, la motivación, el trabajo en grupo, el respeto o la reducción del estrés y la ansiedad. No hay que olvidar tampoco la importancia del desarrollo de cualidades como la sensibilidad, la expresividad y la creatividad, todos ellos emocionales derivados de la práctica de la danza, en este caso del flamenco.

Supongo que el reconocimiento a tu labor no tardaría en llegar. ¿No es así?

Sí, la verdad que tengo muchos premios a mis espaldas. Entre los más destacados están el Premio Andaluz a las Buenas Prácticas, en atención a las personas con discapacidad, de la Junta de Andalucía en 2012. Premio Solidario ONCE Andalucía 2016 por mi apuesta en el desarrollo de espectáculos integradores. Premio Down Sevilla, Premio Coraje de UPTA e Hijo predilecto de Camas 2018.

¿Qué proyectos tienes actualmente?  

Continúo con mi trabajo como bailarín en el programa ‘Yo soy del sur’ de Canal Sur. A menudo, aporto al programa actuaciones de bailarines con diversidad que pertenecen a mi compañía para normalizar y dar visibilidad al baile flamenco inclusivo. Además, continúo con los Talleres de Flamenco Inclusivo y este año estrené el espectáculo que te comentaba de ‘Sueños reales de cuerpos posibles’ con Lola López, un show que constituye el empoderamiento de la mujer con discapacidad y la liberación de la estética queer. Tenemos gira internacional durante el próximo año.

¿Te planteas algún límite?

En septiembre de 2018 fui el creador del primer flashmob de flamenco inclusivo de la historia. Las letras llevan mi firma y mi filosofía, las personas con diversidad que han participado en el video tutorial en el que enseño la coreografía son de mi compañía y han servido de ejemplo para otras personas. Así que el límite sería que esta gran semilla sólo germinara en España o Europa, ya que es un producto sin fronteras, ni límites.

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